El norte de Tenerife ofrece algunos de los mejores escenarios de la isla. Más tranquilo que las tierras del sur, puedes comenzar esta maravillosa ruta en el montañoso Parque Rural de Anaga, y continuar por la costa hasta finalizar en el bonito pueblo de Garachico, famoso por sus piscinas naturales.
Alquiler de coche tenerifeJusto en la punta nordeste de la isla, el Parque Rural de Anaga está situado en un espectacular macizo montañoso, el escenario perfecto para comenzar una ruta por el norte de Tenerife. Declarado Reserva de la Biosfera, el Parque comprende 14.000 hectáreas de abruptas montañas, bosques de laurisilva, valles y barrancos que se funden en el mar. No te pierdas las playas de Benijo y Taganana, a las que se accede tras recorrer una carretera con pronunciadas curvas que asciende y luego desciende la montaña. El aparcamiento está al lado de la playa. En el centro de visitantes de la Cruz del Carmen podrás recabar información sobre las rutas oficiales y decenas de caminos que puedes recorrer en el interior del Parque Rural de Anaga, como el que va a la playa virgen de Antequera. Desde el pico de Anaga se pasa por un bosque de laurisilva hasta descender a la playa por el barranco del mismo nombre.
Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999 por ser un ejemplo único de ciudad colonial no amurallada, San Cristóbal de la Laguna es la capital cultural de Tenerife y, para muchos, la localidad más bonita. Situada cerca de Santa Cruz y a las puertas del Parque Rural de Anaga, esta ciudad fue fundada a finales del siglo XV y conserva su planeamiento urbano original prácticamente intacto. Su trazado ha servido de modelo para otras ciudades americanas como San Juan de Puerto Rico, Lima o La Habana. Buena parte de su casco histórico es peatonal, lo que permite pasear y disfrutar de las casas coloniales con sus típicos balcones de madera y de sus pequeñas plazas, como la del Adelantado. En general, San Cristóbal de La Laguna es una ciudad que rezuma historia por todas partes. No dejes de visitar La Catedral, el edificio del Ayuntamiento, la Iglesia de la Concepción, con su torre campanario de 28 metros de altura, o la casa Salazar, hoy sede del Episcopado.
De camino desde La Laguna al Puerto de la Cruz o La Orotava es obligatorio darse un chapuzón en la piscina natural de El Pris, y la playa de arena negra de Mesa del Mar. El Puerto de la Cruz es, en realidad, donde el sector del turismo canario inició su andadura en los años 50. Hoy colmado de grandes hoteles y preparado para atraer a miles de visitantes cada año, El Puerto de la Cruz sigue conservando su pequeño puerto pesquero desde donde todavía salen los pescadores, y un casco antiguo con unas 150 casas protegidas. Su famoso Jardín Botánico, creado por Carlos III en 1788 para aclimatar plantas traídas de las Américas, es el orgullo de la ciudad y merece una parada. La autopista Norte separa el Puerto de la bonita localidad de La Orotava, con un impresionante casco histórico de calles empedradas y, también, empinadas. Muchas son las iglesias que visitar, pero la imponente iglesia barroca de Nuestra Señora de la Concepción es obligatoria. Como lo es la Casa de los Balcones, una casa señorial del siglo XVII y joya de la arquitectura tradicional canaria, famosa por sus balcones y balaustradas de madera. La Ruta de los Molinos, nueve molinos de agua construidos entre los siglos XVII y XVIII, es otra manera de recorrer los alrededores de la Orotava.
Un poco antes de alcanzar el final del recorrido en Garachico, merece la pena tomarse un rato para contemplar el famoso Drago Milenario en Icod de los Vinos. Aunque, al parecer este árbol no llega a milenario, sí que alcanza la respetable edad de 800 años. El de Icod de los Vinos está considerado el drago más antiguo de Canarias, con una base de 20 metros de circunferencia y una altura de 16 metros.
Ya en la costa, Garachico conserva aún un gran patrimonio arquitectónico de los siglos XVI y XVII, fruto de un pasado esplendoroso donde la ciudad era el principal puerto comercial de Tenerife. En 1706 el volcán Trevejo destrozó el puerto y parte de la ciudad, llevándose por delante la prosperidad de la que había disfrutado Garachico hasta entonces. La lava, no obstante, formó unas piscinas naturales, El Caletón, que son hoy uno de los principales atractivos de Garachico.